“…Ese viento mal recibido desorientó a la mosca; de la mesa cubierta con mantel pasó a la silla pegajosa y cayó en picado sobre la alfombra arrumbada. Allí se entretuvo entre los flecos hasta conseguir levantar el vuelo de nuevo….”
La siguiente derivada procede de un taller de escritura narrativa impartido en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en junio de 2017 por David Conte. El ejercicio requería la construcción de un personaje siguiendo el concepto de correlato objetivo acuñado por T.S. Eliot. Al mismo tiempo, durante el proceso de escritura, los alumnos estuvieron escuchando la primera parte de la sesión “What did the Nightingale eat?”, improvisada por Héctor Crehuet y Pedro López.
El requisito era que la música (lo percibido a través de la música) tenía que constituir el lugar del encuentro con su personaje. También se les advirtió de que, como la música iba a fluctuar, tenían que ser capaces de adaptarse a los cambios que iban a producirse, fuera para modificar o mantener el rumbo de su escritura. Al final, tenían que preguntarse si lo que sonaba al acabar implicaba un lugar distinto del que imaginaron al empezar. Con ello se pretendía introducir un elemento de improvisación en la propia escritura.
Los tres textos que presentamos aquí ofrecen distintos tipos de reacción que nos han parecido muy significativos.
“El vuelo” (Úrsula Peña) encuentra una estrategia de fluctuación, intentando generar diferentes intensidades en cada momento mediante un observador ausente y ubicuo.
Gracias Ursula por tu participación. La música estimula nuestra imaginación y es a través de ella que nos empuja a viajar…